Discurso televisivo venezolano y el melodrama
Andrés Segovia Moreno / Correo: andrulenon@hotmail.com @AndrulenonSeg
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En imagen Carlos Mata y Jeannette Rodríguez, protagonistas de la telenovela Cristal (1985-1986). Archivo: Cala celebra 25 años de Cristal http://miamienescena.blogspot.com/2012/02/cala-celebra-25-aniversario-de-la.html
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La
programación de la televisión en Venezuela lleva consigo un discurso particular
adaptado a sus audiencias. Ellas han mostrado suprema aceptación, traducida en
rentabilidad, por géneros del entretenimiento como el show de variedades, comedias,
entre otros. Dentro de este tipo de
géneros, la telenovela demostró
estabilidad y popularidad durante mucho tiempo, como un ejemplo de esto,
utilizaré la producción “Cristal” (1985-1986). Esta ha influido hasta la
actualidad en los argumentos de nuevos melodramas (locales y foráneos) y
durante su época fue un hito televisivo para un país pequeño como Venezuela.
Pero su éxito no vino solo, detrás del triunfo, primeramente, hubo todo un
trabajo del equipo de programadores de su casa matriz (RCTV), dentro de un
contexto específico del medio en la nación y el aprovechamiento de todas las
ventajas de la producción audiovisual.
La
aceptación de las audiencias no es casual, esto conlleva un arduo trabajo en la
programación del espacio. La programación es determinante para la industria de
la televisión y la preparación de una parrilla o rejilla programática es el
producto central y determinante del negocio. Todo el trabajo ejecutivo de un comité de programaciones, dependiente de
una gerencia de programación y
promociones, basándose en todas las herramientas disponibles brindadas por
las ciencias sociales, buscará interpretar los gustos, pedidos e inclinaciones de
las audiencias.
La
industria tiene la tarea de conocer los códigos y gustos del público porque como
lo escribe el Ministerio de Educación y Ciencia de España: “La programación televisiva va unida a cada cultura y a los hábitos
sociales que en ella se generan.”(Hernández, 2008:17) Sin embrago, y en el
caso particular venezolano, las audiencias tienen pocas alternativas en su
televisión abierta, en comparación con países desarrollados para variar el tipo
de contenidos que consumen. Las transmisiones (en vías de extinción) UHF en el
país, brindan poco espacio en su espectro a más y nuevos canales, eso sumado a
dificultades económicas, desinterés de más inversionistas por el mercado
nacional y restricciones normativas.
Por más
de 40 años, aproximadamente, RCTV (productora de “Cristal”) y Venevisión, los
grandes difusores televisivos privados de la nación (preferidos por las
audiencias sobre opciones como VTV, o Televen en los años 80) transmitieron una
programación de carácter generalista cuyo discurso televisivo se presentaba
sumamente homogéneo. Todo esto gracias a sus avanzadas técnicas de transmisión
y sumadas a una gran falta de competencia que hiciera variar los contenidos
programáticos. Este es un fenómeno visto con regularidad en la historia del
medio en Latinoamérica, incluso no con tanta diversidad de canales como los que
han habido en Venezuela durante mucho tiempo. Basta ver el dominio casi total
que tenía Televisa (1951) en México antes de la llegada de TV Azteca (o
Imervisión en 1983), o la red O globo (1965) en Brasil.
Los
discursos televisivos homogéneos concentrados en una variada programación
generalista conforman, lo que denomina José Ignacio Auaded, un discurso de la
programación televisiva autocontextualizado
(desde la perspectiva analítica del discurso):
“La televisión más que una suma de programas
concretos, es ante todo la programación (Cebrían de Serna, 1989), la
‘superestructura’ que genera (De Pablos, 1996) de forma que todos los discursos
pasan a formar parte de un solo discurso autónomo y contextualizado en función
de los demás discursos, más que por la realidad externa.” (Hernández, 2008;
26)
En
términos generales, las programaciones siempre llevan un discurso matriz, eso
que le brinda contenido ideológico al canal. Esto también contribuye, en
términos de mercadeo, a diseñar su imagen frente a la audiencia. Durante los
años ochenta (y tiempos recientes), RCTV y Venevisión siempre mostraron una programación
centrada en el entretenimiento y destacada en la producción de dramáticos.
Compitieron de ese modo por la búsqueda de mayores segmentos de audiencia,
atiborrando así, sus parrillas con programas de entretenimiento, que en algunos
casos, pasaron a la historia como íconos del modelo de televisión comercial
exitoso en Venezuela. Entre ellos la telenovela “Cristal”, que con brevedad y
desde la óptica de la televisión como discurso, desglosaré desde las
principales perspectivas de la industria, cultura, psicología y comunicación.
El
discurso de un cliché televisivo
“Cristal”
fue una telenovela escrita por la cubana Delia Fiallo, transmitida desde
mediados de 1985 hasta principios de 1986 por el canal RCTV, de lunes a
viernes, en el horario estelar de las 9 de la noche. El dramático fue un éxito
en la audiencia local y extranjera (Chile, Colombia, España, entre otros). Los
derechos del guion de la producción fueron vendidos cuatro veces, produciéndose
tres secuelas de la telenovela, una en Brasil y dos en México (la última fue
transmitida por Televisa en el año 2011 con el nombre de “Triunfo del amor”).
La producción fue un acierto del equipo de programadores de la empresa, ellos
le dieron un posicionamiento importante en la franja horaria, adecuada a
grandes auspiciantes, altos niveles de audiencia y luego una eficaz postventa
del material en el exterior.
Para la captura
de audiencias, el programador debe primeramente comprenderlas, saber qué desea
y con qué tipo de lenguaje seducirla. El género de la telenovela posee la
ventaja comunicativa de “ser un relato”, y desde que el hombre se comunica ha
sido amante de los cuentos. En este caso el relato es interpretado por personas
reales atadas a la historia por un hilo
argumental, roles estereotipados (para fácil comprensión), una serie de tensos conflictos,
llamativos contextos ficticios, entre otros componentes de un particular nudo
narrativo. Todos estos elementos integran a la audiencia en una historia que
sensorialmente podrán ver y escuchar.
“Al mirar un programa de TV percibimos no sólo la figura del actor, sino
también sus gestos, sus palabras, sus silencios y sus tonos de voz. A ello se
suman los códigos sociales y estéticos propios del lugar desde el que ese
programa es emitido.” (Vecellio: 2008)
Fiallo se ha destacado toda su carrera por ser
escritora de “Novela Rosa”. La RAE
define este género o subgenero del romanticismo “como una variedad de relato novelesco, cultivado en la época moderna,
con personajes y ambientes muy convencionales, en el cual se narran las vicisitudes
de dos enamorados, cuyo amor triunfa frente a la adversidad.”(1) Los argumentos de estos dramáticos
son supremamente comprensibles, además se valen de una composición narrativa en
la cual impera la emotividad sobre los argumentos racionales, con la intención
superior de explotar el carácter audiovisual del medio para reproducir los
modos de vida y estereotipos que tiene la población. Esto quiere decir
que lo mostrado, por ejemplo en “Cristal”, no es necesariamente la realidad en
la que vivía la mayoría de la población televidente venezolana de los años
ochenta. “Joan Ferrés (2000:97) afirma que si el relato televisivo fascina y
gratifica es, en buena medida, porque el espectador tiene la oportunidad de
vivir el conflicto narrativo como una prolongación metafórica de sus propios
conflictos internos.” (Hernández: 2008:17)
Los 246 capítulos de esta verdaderamente lacrimógena
historia, se centraron en amores, en especial el de los protagonistas,
imposibilitados por eventualidades y antagonistas. Para ser breve, todo
comienza con a una mujer de servicio merideña llamada Victoria (Lupita Ferrer),
ella tiene una relación sentimental con el hijo de la dueña de la casa donde
trabaja, Ángel de Jesús (Humberto García), de él concibe una hija que abandona
en un orfanato en Caracas por las presiones que hace la madre de Ángel de Jesús,
Doña Luisa (Zoe Ducós). Veintitrés años después la niña ya es una mujer,
llamada Cristina (Jeannette Rodríguez, protagonista), y Victoria se vuelve una rica
ejecutiva dueña de una casa de modas de su mismo nombre y esposa de un afamado
actor de telenovelas. Cristina entra a trabajar en ese lugar sin saber que
Victoria es su madre, y viceversa. Allí se enamora del hijastro de Victoria,
Luis Alfredo (Carlos Mata) y pasa por una cantidad de tragedias y sufrimientos
hasta que al final, ella y Luis Alfredo, quedan juntos y felices. (2)
Es evidente que la trama de la historia no
es cónsona con la realidad de la sociedad, pero sí con sus deseos de
superación; las situaciones son poco probables, pero sí tienen el impacto de lo
curioso y fantástico. La televisión ayuda a “fugarnos de nosotros
mismos”, por eso los televidentes: “‘viven las situaciones de amenaza como
expresión de lo que para su inconsciente representa en estos momentos una
amenaza, y los deseos como manifestación o representación metafórica de sus
propios deseos’.” (Hernández: 2008:24)
Esto logra mayor impacto por las
características que el lenguaje televisivo posee, sus implicaciones cognitivas,
emocionales, sensoriales, cuantitativas, entre otras; que acrecientan su
impacto en el televidente.
El caso de los personajes es paradigmático,
Lupita Ferrer en esa época (y actualidad) fuera de su personaje (como la pobre
mujer ama de llaves que se vuelve millonaria), representaba la imagen de mujer
bella, feliz y exitosa que los patrocinantes de productos de belleza no
abandonaban: “La identificación se
produce cuando el espectador está de acuerdo total o parcialmente con los
rasgos físicos, morales y psicológicos del personaje, esto se debe a que los
considera reflejo de su propia existencia, de sus sueños y de sus esperanzas.”
(Vecellio: 2008) La trama de la
historia muestra como Victoria luego de sufrir la persecución de la madre de su
hombre amado, se ve obligada a abandonar a su hija en un orfanato. El hecho la
atormenta, durante 23 años pero eso no la hace detenerse en la lucha por su
asenso social, así se casa con un actor millonario y se vuelve la presidenta de
una casa de modas. Esto para la urbanizada sociedad venezolana de la época del
“glam”, las grandes voces del pop venezolano, los primeros modelos nacionales
en las grandes pasarelas internacionales… representó la expresión de un período
en el cual las audiencias pueden ver en los personajes sus deseos, una proyección que “se origina cuando el espectador transfiere sus sentimientos de amor,
odio, compasión, deseo sexual sobre los personajes.” (Hernández: 2008:17)
Con la protagonista sucede lo mismo, Cristina
expresa con su amado Luis Alfredo una idealización sencilla de lo que es
“amar”. Este hombre idóneo es un “príncipe contemporáneo” que no encuentra el
amor hasta conocerla a ella y nada más. Los antagonistas, en este caso Doña
Luisa, Marión y Gonzalo, no tienen otra cosa entre cejas que ser malvados con
los protagonistas de la historia. Sus actuaciones tienen como punto distintivo,
ser severos en lo que determinan y tan
despiadados como tercos en sus acciones. Incluso, como parte del lenguaje
sonoro de la telenovela, sus apariciones vienen acompañadas por una cortinilla que
incita a estar alerta. Sus maquillajes (en el caso de las damas) tienden a
palidecer la tez y sombrear los ojos. Por otra parte, el tema musical del
espacio melodramático también fue parte de una exitosa estrategia de
posicionamiento. Ruby La Scala interpretó
“Mi vida eres tú”, una canción aún muy escuchada que garantizó la entrada a la posteridad de la
telenovela y, en su momento, una publicidad gratuita y atractiva a potenciales
televidentes. Todos estos últimos ejemplos exponen lo que Aguaded calificaría
como la parte hipnótica del discurso:
“La conjunción de los códigos visuales y
escritos, con soportes de voz, música, sonido, imagen en movimiento, color,
texto y forma constituyen un poderoso atractivo para captar la atención y mantenerla,
al tiempo que la potencia del mensaje
anula parcialmente los filtros críticos del razonamiento y se potencian efectos
emotivos.” (Hernández, 2008:28)
Durante la transmisión del dramático, en un
aspecto semiótico, las audiencias parecen haber firmado un contrato tácito con
el canal, en el que aceptan la interrupción del relato por las pausas
comerciales. El lenguaje predominantemente emotivo, poético y metalingüístico
de la telenovela; es remplazado por el de la publicidad, es decir, uno más fático
y conativo.
En el análisis de este género de programa
dentro de la parrilla programática de las televisoras venezolanas (3), encontramos, sin sorprendernos que
ocupa un lugar importante desde hace décadas en el prime time venezolano. Su relación con el público, a la luz de las
teorías más modernas y mesuradas sobre la comunicación masiva, demuestra no ser una interacción mecánica de
causa y efecto entre los contenidos del dramático televisivo y las conductas de
los espectadores. Un programa, o el discurso global del medio, no son los
principales factores que condicionan a un individuo, como sí lo pueden hacer “los distintos condicionamientos
–educativos, familiares, culturales, políticos y económicos- que median entre
los mensajes transmitidos y las maneras como estos son leídos, reinterpretados
y procesados por los espectadores en sus situaciones particulares de
recepción.” (Hernández, 2008:17)
Estos factores de los condicionamientos
individuales, se conjugan en las entrañas de la constitución de una sociedad
que la televisión intenta descifrar para facturar un discurso audiovisual masivo y de influencia. Por esto,
la telenovela melodramática en Venezuela y Latinoamérica es un género
caracterizado por su riqueza en clichés argumentales, con esquemas contextuales
repetitivos como sus personajes, que todavía garantiza rentabilidad a los
medios locales en las franjas horarias vespertinas y nocturnas. Pareciese que
las versiones de Cristal no dejan de repetirse, y tal vez sea, porque
precisamente la televisión persigue capturar las convencionalidades más
extendidas en la población pudiendo así, en sus efectos, reforzarlas en algunos
individuos, o como resultado adverso, desnudarlas.
Notas:
1 1.
Novela Rosa. Wikipedia. Extraído el 07 de diciembre del
2012, de la página: http://es.wikipedia.org/wiki/Novela_rosa
2 2. La mayor
parte de la información sobre los argumentos de telenovela vienen de este
resumen completo. Cristal
(telenovela). Wikipedia. Extraído el 07 de diciembre del 2012, de la
página: http://es.wikipedia.org/wiki/Cristal_(telenovela)
3 3. Kaiser, P. Ponencia Modelos de televisión y estructura de programación En
venezuela. Material liberado. Extraído el 08 de diciembre de 2012, de la
página: http://www.google.co.ve/url?sa=t&rct=j&q=&esrc=s&source=web&cd=1&ved=0CC0QFjAA&url=http%3A%2F%2Fwww.observatoriodemedios.org.ve%2Fdocs%2FPonenencia.doc&ei=LOLEUISKAsXj0QGo34GoAQ&usg=AFQjCNE5SNmi848Fxvt-2L4k1m6a8fQGEw&sig2=_lwRS9MMWcD3nYmXThz4kw
Referencias:
·
Hernández
Díaz, G. (2008) Las tres “T” de la
comunicación en Venezuela. Televisión, teoría y televidentes. Caracas:
Publicaciones UCAB.
·
Vecellio
Reane, F. (2008) Propuestas para el
análisis del discurso televisivo. Vitrales XXI. Extraído el 07 de diciembre
del 2012, de la página: http://www.vitralesxxi.com.ar/comunicacion/propuestas_para_el_analisis_del_discurso_televisivo.htm
Material audiovisual consultado (en fragmentos):
·
Gherardi,
J.; Andrade D. (Productores) y Gutiérrez, R.; Farías, D. (Directores).
(1985-1986) Cristal [vídeos web, Youtube]. Caracas: RCTV
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