12 de octubre: Un descubrimiento en extenso


Correo: andrulenon@hotmail.com @AndrulenonSeg

Ibéricos y aborígenes americanos correlativamente suscitaron en el siglo XIV un devenir de descubrimientos que implicaron conflictos inmediatos, no sólo entre sus dos culturas, sino dentro de ellas mismas. Conocer a “esos otros” tuvo un impacto inminente en cada civilización, ya que se trató “de uno de los momentos cumbres de la historia universal porque significó el encuentro de dos mundos humanos que se habían desarrollado independientemente, sin que uno conociera la existencia del otro.”(1) Así lo expone Tzvetan Todorov en su libro “El descubrimiento de América: el problema del otro” y sin duda es así, los hechos más relevantes de ésta historia comienzan con las aparentemente irreconciliables ópticas que en ese momento se miraron directamente.


Catedral de Mérida, Venezuela
(Fotografía: Andrés Segovia Fuente:  http://andrulenonseg.tumblr.com/archive )

Para los navegantes españoles, los mitos creados por sus imaginarios propios de la cultura europea, fueron reforzados y expuestos como interpretaciones a esa  impresionante geografía y curiosas sociedades aborígenes del nuevo continente. América  se transformó para ellos en un inmenso test de Rorschach en el cual plasmaron sus deseos y temores. Así el “Nuevo Mundo”, en especial para los letrados que vivieron ese período “bisagra” entre el Medioevo y el Renacimiento (descubrimiento, conquista y colonización), es el lienzo para imaginar la existencia de la Utopía de Tomas Moro, o la existencia de los pueblos habitados por “buenos salvajes” en medio de geografías fantásticas ricas en codiciado oro, diamantes y otros tesoros imposibles; donde seres, igualmente fantásticos, aparecen con regularidad por doquier.

 Los aborígenes también tuvieron que interpretar la realidad. Una que ahora compartirán con los europeos. El impacto del "descubrimiento" les fue rotundo por estar organizados en sociedades totalmente tribales, caracterizadas éstas por “ser de un orden cerrado”, en la cual la individualidad se ve anulada totalmente ante los grupos, así las acciones de sus miembros siguen nociones rituales, en este caso, centradas en la naturaleza (su ambiente y fuente de conocimientos). 

En unas notas recogidas por David Pryce-Jones, en su libro  "The Closed Circle, an Intepretation of the Arabs", él expone a consideración rasgos característicos y generales de las “sociedades tribales” que claramente poseen los pueblos aborígenes americanos.  Para estos modelos de sociedad la “ampliación y perpetuación de la tribu no requiere justificación. Al vivir cerca, los miembros de la tribu no pueden sino compartir recursos más o menos equitativamente”. En un contexto así, la presencia de extraños, como otros pueblos indígenas, pueden provocar con facilidad, luchas tribales al interpretar el contacto con el foráneo (el roce de los "otros") como una amenaza a su equilibrio social. Sin embargo, “el enemigo de hoy puede transformarse fácilmente en el aliado de mañana contra algún tercero”(2) como sucedió muchas veces entre esos mismos pueblos y luego contra los españoles en su faceta de conquistadores (se pueden recordar, por ejemplo, las luchas lideradas por el cacique venezolano Guaiacaipuro al convocar un levantamiento de todas las tribus de la zona central del país en la década del 1560).

Paramos andinos venezolanos. Mérida, Venezuela
(Fotografía: Andrés Segovia Fuente:  http://andrulenonseg.tumblr.com/archive)

Estás culturas fueron las protagonistas de un descubrimiento mutuo que por su impacto llevó irremediablemente a un choque de ópticas que no se comprendían. Los nativos sólo pudieron reaccionar de dos maneras, una era resistirse activamente, algunos con precario o nulo éxito porque tarde o temprano cayeron; y en cambio otros pueblos, o fracciones de ellos, colaboraron activamente con los ibéricos  generalmente por enemistades con otras poblaciones o por privilegios. El desarrollo material, coactivo y evangelizador  católico de los peninsulares dominó a éstas civilizaciones que todavía no llegaban a la edad del hierro.

  “Esos pocos hombres, en menos de sesenta años, antes de 1550, habían explorado el territorio, habían vencido imperios, habían fundado casi todos los sitios urbanos que hoy  todavía existen (más otros que luego desaparecieron), habían propagado la fe católica y la lengua  y la cultura de Castilla en forma no sólo perdurable sino, para bien o para mal, indeleble.” (3) (Rangel, 1975, p. 21-22)

Tras esto, los españoles le importaron a sus nuevas tierras negros africanos, completando la amalgama racial que tendría como paleta de mezclas el nuevo mundo. El hombre negroide, uno que parece estar siempre condenado a vivir, crecer y ser alguien (en esa época “algo”) fuera de sus latitudes originales; trae consigo otro modelo tribal dueño de sus propios imaginarios. 

Sus lenguajes son basados en tonos (por lo que el nivel del sonido determina los significados), la música y danzas (como modo de comunicación o socialización). Todos sustentados en ritos religiosos que tienden a girar alrededor de la adoración del antepasado o el animismo(4) que considera la existencia de una fuerza vital universal conectora de todos los seres, así como la creencia en una relación estrecha entre las almas de los vivos y los muertos (5).

Consecuencia directa de la imposición de los santos católicos a los negros esclavos. Estos por razones de supervivencia fingieron aceptar las imágenes religiosas europeas para proteger sus propias creencias. El fenómeno se encuentra en expresiones como el santerismo,  vudú haitiano, el candomblé brasileño, entre otros.

Todo el proceso de la conquista y colonización fue una condena a encontrarse, que con el pasar de los siglos formó todo un caleidoscopio  racial, religioso y cultural. Un modelo claro de sincretismo, existente hasta ciertos grados en todas las culturas, pero con un impacto excepcional en Latinoamérica. 

 El 12 de octubre es una fecha que da pie a largas y apasionadas discusiones, pero el hecho contundente es que la mezcla de las culturas confluentes en este territorio americano dio origen a unas nuevas, y todavía (en su mayoría), desenrumbadas sociedades latinoamericanas. Entender a la diversidad concentrada en este territorio, como característica clave, puede ser el primer paso a "descubrir".

Referencias:
          1-   Todorov, Tzvetan (2002). El descubrimiento de América: el problema del otro. Santiago de Chile.
2.       Pryce-Jones, David. La Sociedad Tribal. Notas sobre el libro "The Closed Circle, an Intepretation of the Arabs". Extraído el día 9 de octubre del 2012. Desde: http://www.neoliberalismo.com/David0207.htm
3.       Rangel, Carlos (1975). Del Buen salvaje al Buen Revolucionario. Caracas. Ediciones Monte Ávila pág. 20 y 21.
4.       Cultura de África. Wikipedia, enciclopedia libre. Extraído el día 9 de octubre del 2012.  Desde: http://es.wikipedia.org/wiki/Cultura_de_%C3%81frica
Animismo. Wikipedia, enciclopedia libre. Extraído el día 9 de octubre del 2012. Desde: http://es.wikipedia.org/wiki/Animismo





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