¿Por qué desde el interior el desarrollo se ve tan lejano?
Foto: Anónimo. San Lazaro en década de los 60', municipio Trujillo, Trujillo. |
Por Andrés Anthonio Segovia. TW/IG: @ReporteroAndres
Ante
afirmaciones como “aquí eso nunca llegará” o “este sitio no mejorará”, existen
por lo menos dos variables detectables, una política institucional concreta y
una cimentada en el imaginario que perpetúa o sustenta estas percepciones.
Ambas están íntimamente ligadas y trabajan como circulo vicioso.
Una de
las principales ficciones de este país ha sido la descentralización,
federalismo, o como se prefiera referir a la capacidad de las regiones y sus
habitantes de acercar el ejercicio del poder político, hoy todavía asentado
alrededor de Caracas.
Para
muchos en las regiones es imposible concebir que las genuinas fuerzas del
progreso puedan estar fuera en el centro político del país, o siquiera pensar
que con una mayor autonomía los recursos, decisiones y políticas de sus
estados, ciudades o municipios podrían nacer primeramente en esos sitios, sus
sitios.
Existe
falta de perspectivas y quizás, hasta pertenencia, en muchos habitantes de las
regiones como consecuencia de una tradición político administrativa cuyos
precedentes son bastante largos y sobre los cuales el socialismo del siglo XXI
se establecido dando marcha atrás a los tímidos avances de lo 1990.
En la
mayoría de los estados es común la desmoralización, consecuencia de la falta de
autonomía. La indefensión como aprendizaje podría evaluarse. Lo que en efecto podría aplicarse a la
metáfora del “desarrollo como quimera” sería sostener que un modelo jurídico y político
que refuerza la concentración de poder fuera de las regiones, excusado en garantizar
su control estratégico, como si fuere este un territorio desintegrado sin
conciencia nacional (léase a Juan Carlos Rey, Caballero, Stambouli, etc.) pueda
llegar a ser funcional para encaminar a las provincias por los derroteros su desarrollo
integral.
Las condicionantes hoy y siempre impiden todo aquello que se dice axiomáticamente al surgir este debate tanto en ámbitos académicos, políticos o cualquiera con intenciones ingenuas o de plano embaucadoras.
Foto: Anónimo. Calle de San Lazaro en década de los 60'. |
Necesario
es aclarar y ubicar varios términos que tienden a surgir como constantes al
hablarse de este tema. Primero es necesario considerar los elementos condicionantes bases,
materiales e institucionales que muchas veces están ubicados fuera del
estado, pero se entrometen en la determinación local; segundo, es necesario comprender
las capacidades y potencialidades del estado.
Una región
puede poseer potencialidades para un área (como el llano con el ganado, una
costa con la pesca, entre otros…), pero según numerosas tablas de indicadores
se encuentra rezagada en índices de desarrollo humano y económico porque en
efecto demuestra no contar con capacidades para embarcarse en una empresa de
despegue, por ejemplo, en muchos estados son fácilmente numerables las industrias
con capacidad instalada suficiente (por ejemplo, en Trujillo para 2011 no había
más de 200, en su mayoría pequeñas, para una población de ascendía a 800mil),
los panoramas de negocios e incentivos son inexistentes para invertir, los mercados
poco estudiados y por ende desconocidos sobre datos como la capacidad de
compra, la falta de personal capacitado para determinadas áreas, entre otros numerosos
factores. Mas, sin embargo, las potencialidades (que erróneamente tienden a
confundirse con capacidades) son aquellas que los planificadores centralistas generalmente
no comprenden, ni conocen a profundidad.
La ruta es federal.
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