El proceso del conocimiento amerita de la ética
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Profesor Juan José Acero. Imagen de su página oficial http://www.ugr.es/~acero/ |
Pensar
que durante la investigación científica no es necesario o posible estar dentro
de un margen ético; es una noción de la ciencia que Juan José Acero,
catedrático en filosofía de la universidad de Granada, busca refutar en su
breve ensayo “De la investigación
científica a la norma ética”.
En
el primer capítulo de este trabajo, Temas
weberianos,
el autor crítica la “Concepción de la Neutralidad Ética de la Ciencia”. El
primer blanco de sus juicios analíticos es el filosofo Max Weber, quien
sostenía que en la ciencia, natural o social, no hay lugar para el debate
acerca de valores. Según esa hipótesis epistemológica los problemas de la
ciencia emperica han de resolverse de una manera libre de estimaciones éticas. Concatenando
en que los hallazgos científicos se pudieran utilizar para bien o para mal.
Acero, califica esta concepción como insatisfactoria y hasta peligrosa por los
posibles impactos indeseables que pueda producir.
Pero
Weber promulgó la neutralidad, y utilizó dicotomías como, extrínseco vs. intrínseco o
fin instrumental vs. fin último, para definir las diferencias “existentes”
y “necesarias”, según esa concepción, entre los medios de la investigación y
los fines ha alcanzar. Por ejemplo, el catedrático argumenta que los instrumentales y fines últimos se quedan vacios de
contenido cuando no se rellenan con los objetivos, medios y otras
circunstancias de la investigación y de su cinturón de seguridad ético.
En
el segundo apartado, Virtudes
más allá del Libro de Primeros Auxilios Éticos para el Científico,
se mencionan las consecuencias de no delimitar valorativamente los fines e
instrumentos de la investigación. Analiza
como el pensar que los procesos científicos son neutrales a toda norma ética y
tienen una aplicación posterior al avance científico es peligrosamente azaroso.
Sin embargo el filosofo tiene muy clara la dinámica de la ética, y sabe que su
aplicación depende de los momentos y contextos; así que no es necesario tener
un “libro auxilios éticos” ya que caducaría rápidamente, o en ciertos momentos;
asimismo relata cómo los comités éticos científicos siempre están en continuo
debate sobre los veloces avances de la ciencia.
La significación ética de la incompetencia: el caso
del SIDA,
es el tercer apartado. Este busca argumentar con ejemplos las consecuencias del
paradigma de “neutralidad”. Estas pueden ser grandes crímenes contra la
humanidad. Basándose en la hipótesis elaborada por Edward Hooper sobre la causa
del SIDA, responsabiliza al investigador
Hilary Koprowski de crearla al probar posibles curas contra la poliomielitis en
personas de la población del antiguo Congo Belga, sin su consentimiento. El
texto llega a comparar estos actos con las actuaciones de los doctores Nelson
Mengele y Frankenstein, fruto de la imaginación de Mary Shelley. Para evitar
estas prácticas se recomienda el equilibrio entre la presión de la eficacia y la presión de la norma ética.
Y
en el cuarto y último aparto, Falaces, pero virtuosos, hace resaltar paradojas éticas, por ejemplo, al recordar
a un investigador como Albert Sabin quien logró avances apreciables en el
ámbito biomédico, pero fue sumamente desconsiderado con las personas que
utilizó como sujetos de prueba. En este punto entra el filósofo a denunciar la
ligereza con la que se toma la existencia de un “es” y un “debe”, en la noción
de neutralidad. En esta distinción se asigna comúnmente, en primer lugar la
ciencia, y de resto todo queda al azar.
La
respuesta del autor, tomada y compartida del filósofo estadounidense Richard
Porty, postula que la primera forma de acabar con las desviaciones de la
ciencia contra la humanidad, está en la renuncia a tomar como punto de
referencia del análisis la distinción
entre hechos y valores, es decir, entre el “es” y el “debe”; y allí, delibera,
que la “racionalidad de la ciencia” se encuentra en la cordura. Con este tipo
de premisas se rastrea el objetivo de darle un sentido práctico a la razón
científica dentro de la ética, de parte de Juan José Acero en su ensayo lleno
de anécdotas y reflexiones que llaman al cultivo de las virtudes en el
conocimiento y practica científica. Porque, como expresa el catedrático, “no
más conocimiento es mejor bajo todos los raseros”.
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Ensayo reseñado: Acero, J.J. (s.f.). De la investigación científica a la norma ética. http://www.uca.edu.sv/facultad/chn/c1170/Cienciayetica.pdf/
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