Portones cerrados al diálogo

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Sede del rectorado de la ULA en Mérida, Venezuela. Foto: http://ndymion5.tumblr.com/post/30203634463



El Núcleo Universitario Rafael Rangel (NURR) posee un triste y conocido prontuario de protestas violentas en las que bombas lacrimógenas, molotov o simples piedras son arrojadas por algún muchacho encapuchado. Pero la mañana del cuatro de junio del 2012 la protesta, vigorosa y abrupta, llegó de parte de otros miembros de la comunidad universitaria, el personal obrero. Ellos, prácticamente, sin previo aviso cerraron los portones de acceso a la institución en todas sus sedes. Así paralizaron no sólo sus actividades laborales, sino las de toda la Universidad de Los Andes (ULA). Este modo de actuar es contrario al “modo natural de proceder” como lo plantea la tercera acepción, según la RAE, de la palabra violencia.

Una nueva fractura en la complicada relación entre el gobierno nacional  venezolano y la ULA se interpreta en la acción del personal obrero. La institución al unísono de las demás universidades autónomas de la nación, reclama por las que considera “limitadas” asignaciones presupuestarias dadas por el gobierno venezolano, que aprueba con la resistencia de gran parte del sector productivo, una ley del trabajo que acorta los periodos  de prueba de tres meses, a un mes. Siendo esta la causa de que el rector de la institución académica, Mario Bonucci, interrumpiera inmediatamente los contratos firmados con 1492 empleados en modalidad de trabajadores eventuales.

Lo despidos son sólo la punta, necesitada y vulnerable, de un iceberg de afectados por los problemas de coordinación existentes entre los encargados del sustento económico de la universidad. Pero una respuesta como “el cierre” de las actividades, no tiene justificación. Los profesores, por ejemplo, también tienen sus reclamos laborales. Cuando estos van a protestar sólo dejan de impartir sus clases sin impedir que, incluso, otros colegas que no apoyen la acción trabajen con tranquilidad. Su paralización hace sentir lo importantes que son para la universidad.

El diálogo es el intercambio alternativo de información. Es un encuentro, mínimo y elemental. En este caso, la polarización política, la defensa de una autonomía universitaria, que nunca ha sido económica, y  la poca claridad de argumentos; hacen de la Universidad de Los Andes un tubo de ensayo en el cual se puede ver la dinámica de una nación.

El cierre imprevisto de los portones es el síntoma de la tensión que produce la ausencia del diálogo a toda altura. Leyes que no se discuten ampliamente, reclamos que no se atienden en mares de reproches, ya sea entre gobierno y universidad, o entre miembros de esta misma. En esta situación, la acción y reacción termina por ser el elemento que hace ver a la cara  unos contra otros.

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